Heme aquí, meditabunda y con toda una historia atorada en mi corazón. Sólo obedezco los movimientos de los dedo de mis manos, amartillando cada botón del teclado de mi computadora.
Hasta hace poco, soñaba y construía castillos en el cielo, estaba felíz; tratando de asimilar que una nueva etapa de mi vida está comenzando.
Observo a mi alrededor y pasada la mañana, mi teléfono se regocija tomando llamadas de aquellas nuevas amistades. Mi corazón trata de no percibir incertidumbre, se anima, trata de distraerse, tal vez con pequeñas esperanzas que son ahora los posibles destinos de mi vida. Pienso en Todo; y Todo se vuelca incontrolablemente. Me cuesta trabajo seguirlo, me confunde, me entriztece, me anima, me alegra, me atemoriza y me da esperanza.
Ahora soy yo y nadie más. Yo decidí. Yo me aventuro. Yo soy responsable de mí y nadie más.
Falsas promesas alimentan por ratos mis tiempos de ocio. Ya no quiero pensar más. Pero tampoco voy a permitirme dejarme llevar como un buque a la deriva. ¡Soy fuerte!, ¡Soy frágil!, ¡Soy sentimiento!, ¡Soy tonta!, ¡Soy como se me pegue la gana ser! Tengo mi permiso.
¿En dónde estoy? ¡Estoy! y nada más. Vibrante, inquietante, expectante, enloquecida, serena, extaciada, lujuriosa, recatada, sumisa, agresiva, apacible . Estoy donde quiero Yo y sólo Yo estar.
Itaro...
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